REFLEXIÓN SOBRE MI PRÁCTICA DOCENTE
Soy maestra de vocación, normalista, hija de maestro; quien con su ejemplo, me enseñó a amar esta noble labor, a admirar y a decir con orgullo, “mi papá es maestro”. Yo tengo ahora una hija adolescente, quien ha crecido acompañándome en mis centros de trabajo, en diplomados y cursos de capacitación, y la historia se repite, ella se ha involucrado y sensibilizado con mi trabajo y su deseo es también ser docente.
Ser educadora, para mi, implica una gran responsabilidad con los niños que año con año están en mi aula de clase, que son hijos, hermanos, ciudadanos y en un futuro serán padres y madres de familia; y lo que aprendan en la escuela es de gran valor para que podamos contar con ellos, como personas de bien.
Hoy como muchos maestros del país, en nuestras vacaciones, estoy aquí, aprendiendo, desarrollando competencias digitales, tratando de acceder a niveles superiores del pensamiento; identificando,recordando, aplicando, ejecutando y produciendo; todo porque quiero ser mejor docente, tener la capacidad de usar las diferentes herramientas que la plataforma digital nos está ofreciendo a los maestros; seguramente cuando regrese de este receso escolar, seré otra, con más conocimientos, con un panorama más amplio de lo que puedo hacer para enriquecer mis clases; porque como lo menciona Mark Prensky… los instructores digitales inmigrantes, quienes hablan un lenguaje pasado de moda (aquel de la era pre-digital) están luchando por enseñar a una población que habla un lenguaje completamente nuevo.
Y yo quiero conocer este lenguaje, que me está permitiendo interactuar con compañeros de otras entidades del país, los que me contagian e impulsan para seguir aprendiendo; entablar comunicación, mostrar ideas, producciones, experiencia, lo que nos permite reflexionar , retroalimentarnos y mejorar.
Que pretendo, crecer, aprender, y que mi hija diga con orgullo “mi mamá es maestra”.
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